jueves, julio 24, 2008

CARTA DE APOYO DE sindicalista de la Federación de Servicios Públicos de UGT, ESPAÑA AL GOB LEGÍTIMO EN DEFENSA DEL PETRÓLEO

[Carta envíada desde España en apoyo al  Movimiento en Defensa del Petróleo

y a la  Asamblea del 29 de junio en el Zócalo del  Distrito Federal]

 

Madrid, a 23 de junio de 2008

 

CARTA A COMPAÑEROS/AS DE LUCHA EN MÉXICO:

 

Los días 11 y 14 de junio Felipe Calderón visitó  España. Fue recibido por el Rey y por el  presidente del gobierno, y tuvo reuniones con  representantes de las grandes empresas  (Iberdrola, Repsol, Gas Natural expertas en  participar en el saqueo de los pueblos a través  de la privatización de los recursos naturales).

 En el Foro Nueva Economía, auspiciado por The  Wall Street Journal, expuso ante el empresariado  las grandes ventajas de invertir en México,  sometido a un Tratado de Libre Comercio  México-Unión Europea que ha multiplicado por tres  los intercambios entre España y México (el 14%  del flujo de capitales externos que acuden a  México proviene de España), a una política de  estabilidad económica como exige la Unión Europea  y con la privatización de Pemex en marcha. Todo  un repertorio de argumentos y recetas que en  España conocemos bien, con resultados  destructivos sobre la economía y los derechos  obreros y democráticos.

Rodríguez Zapatero alabó las "reformas  estructurales" impulsadas por Calderón, en  particular en el sector energético; puso como  ejemplo las privatizaciones en España, y  consideró que la colaboración público-privado es  una buena apuesta.

En relación con la polémica sobre la  privatización de Pemex, quiero recordar que fue  Felipe González quien, en 1985, tras la adhesión  de España a la entonces Comunidad Económica  Europea, dijo, polemizando sobre las  privatizaciones, aquello de que daba igual si el  gato era blanco o negro, lo que importaba era que  cazase ratones. La libre competencia y las  inversiones extranjeras supusieron para España,  en las décadas de los 80 y 90, la liquidación de  todos los sectores industriales estratégicos, la  privatización y el desmantelamiento de las  empresas públicas, (altos hornos, astilleros,  telecomunicaciones, automoción, energía) y, por  último, con la transformación de la Comunidad  Económica Europea en Unión Europea y la  implantación del euro, la cesión de cualquier  soberanía nacional.

Hoy, en medio de la recesión, el gobierno, para  aplicar la política impuesta por la Unión Europea  al servicio de las multinacionales, no puede  adoptar ninguna medida que permita resolver los  problemas a los que se encuentran enfrentados los  trabajadores y los pueblos de España: cuando,  tras la especulación inmobiliaria, las familias  no pueden pagar las hipotecas, cuando se  endurecen las condiciones del crédito, amenazando  con provocar miles de despidos y llevar a la  ruina a muchas familias trabajadoras, el gobierno  no puede tocar los tipos de interés, competencia  exclusiva del Banco Central Europeo, ni puede  subir los salarios, supuestamente para controlar  la inflación, mientras los especuladores hacen su  agosto con la subida de los precios de alimentos  y materias primas. Hoy, cuando pescadores y  transportistas reclaman precios asequibles para  el gasoil, el gobierno tampoco puede subvencionar  los precios del gasoil profesional; lo prohíben  las directivas de la Unión Europea.

Hoy, cuando el superávit presupuestario alcanzado  a costa de las privatizaciones y de disminuir el  monto de las pensiones y de los subsidios por  desempleo, no ha podido cubrir seis meses de  crisis, los ayuntamientos se asfixian  económicamente y las Comunidades Autónomas,  constituidas contra la soberanía de los pueblos  vasco y catalán en particular, amenazan con  llevar a trabajadores y pueblos hermanos a  enfrentamientos interregionales por el reparto de  los miserables presupuestos que deja la  exigencia, impuesta por el Tratado de Maastricht,  de que los Presupuestos del Estado no tengan  déficit, por el agua o por cualquier otra cosa.

La privatización de Telefónica y de CAMPSA (la  compañía de petróleo estatal), no ha conducido a  rebajas de los precios como prometieron, sino a  miles de despidos y a subidas escandalosas de  precios y tarifas. En nombre de la libre  competencia "no falseada" de mercado, la Corte de  Justicia Europea deja sin valor los convenios  colectivos, amenaza de raíz la existencia misma  de los sindicatos de clase en toda Europa (véase  las sentencias de los casos Laval y Rüffert, esta  última del 3 de abril de 2008), y los Tribunales  de la Competencia españoles investigan y multan a  las organizaciones sindicales por ejercer su  función y negociar convenios colectivos (véase la  apertura de expediente contra UGT, CC OO y Asemad  por el Tribunal de Defensa de la Competencia el  28 de abril pasado). En nombre de la colaboración  público-privado, se privatiza la sanidad y los  servicios públicos. En nombre de la libre  competencia, el Consejo de Ministros de Industria  de la Unión Europea ha dejado este mes de junio  la potestad de decidir sobre los precios de la  electricidad en manos de organismos  independientes de los gobiernos (en el caso de  España en manos de la Comisión Nacional de la  Energía que proponía una subida de las tarifas  eléctricas del 11%).

No es extraño que hoy conozcamos un notable  incremento de las movilizaciones en nuestro país.  Así no se puede vivir, la Unión Europea y la  Monarquía llevan al país al estallido. El  gobierno de Rodríguez Zapatero, para ser fiel a  estas instituciones, no aplica las medidas de  urgencia que reclaman trabajadores y pueblos,  sólo toma medidas a favor de los especuladores,  reprime la huelga de los transportistas.

Ciertamente, para México, como para toda América  Latina, la privatización del petróleo, de los  recursos naturales exigida por las  multinacionales, incluidas las "españolas",  supondría renunciar a cualquier soberanía  nacional, liquidar los medios y los recursos que  pueden permitir dar solución a las exigencias de  los trabajadores y del pueblo mexicano, a su  supervivencia.

Conocemos la lucha del pueblo mexicano por un  refrendo para decir NO a la privatización de  Pemex y el miedo y la irritación de quienes se  oponen a que sea el pueblo el que decida el  futuro de la nación. También en Europa temen que  la voluntad de los trabajadores y de los pueblos  se exprese para rechazar a la Unión Europea y a  sus instituciones, por eso quieren impedir  refrendos sobre el nuevo Tratado de Lisboa de la Unión Europea, al que el pueblo irlandés, único  al que se le ha permitido la consulta, termina de  decir NO este 13 de junio, como antes lo hicieron  los pueblos francés y holandés en mayo y junio de  2005. No puedo por más que desearos la victoria  en vuestros esfuerzos en defensa de los intereses  del pueblo mexicano.

Cierto que para el imperialismo en crisis solo  existe un camino: la privatización/expropiación  de los recursos naturales, del petróleo y del  gas, en México, Venezuela o Iraq; la imposición  de Tratados de Libre Comercio, como lo es el de  la Unión Europea, para destruir los derechos  obreros y democráticos, los sindicatos, la  capacidad de respuesta del pueblo trabajador.  Pretenden hacer creer que no existe otra  posibilidad más que ésta, cuyas consecuencias  conocidas son la guerra y la sobreexplotación, la  barbarie. No es cierto, hay otra salida: la  democracia, la unión de los pueblos libres y  soberanos, dueños de sus riquezas. Esta salida  pasa por evitar la privatización de Pemex, abolir  los Tratados de Libre Comercio, las instituciones  reaccionarias de la Unión Europea.

Saludos fraternales.

 

Blas Ortega, sindicalista de la Federación de Servicios Públicos de UGT selio@arrakis.es

 

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