viernes, julio 17, 2009

PARTE 1. DOCUMENTO DEL MTRO ALEJANDRO ENCINAS

Apuntes para el debate

Elecciones 2009: saldos y perspectivas 

Alejandro Encinas Rodríguez

Morelia, Michoacán, julio 11,2009 

El contexto de las elecciones del 5 de julio 

Las elecciones del pasado 5 de julio de 2009 se realizaron en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente del país. Más allá de la profunda crisis económica y del rezago social acumulado a lo largo de tres décadas, todos los indicadores apuntalan el riesgo de una situación de ingobernabilidad, sin que se advierta en el horizonte algún intento por construir un espacio de entendimiento que enfrente la polarización política y el fracaso de un modelo económico que se ha colapsado.

La economía no sólo no crecerá sino caerá por lo menos en ocho puntos, lo que significa que el desempleo abierto pasará de 2 millones 400 mil mexicanos sin trabajo registrados al cierre de junio, a cerca de 3 millones de desempleados en 2010, ya que tan sólo este año se perderán un millón de empleos. La actividad industrial se ha desplomado en más de 13% durante el primer cuatrimestre, al igual que la industria manufacturera, que ha caído en 18%. Esto alentará el crecimiento de la economía informal —la que representa ya 29% de la actividad económica del país y da ocupación a más de 12 millones de mexicanos—, así como los flujos migratorios hacia Estados Unidos, donde, dicho sea de paso, las remesas que envían los trabajadores mexicanos desde ese país se desplomaron en 11%.

Los poderes fácticos consolidan sus posiciones y privilegios. En tanto el titular de Hacienda señala una caída de 20.6% en los ingresos del sector público en mayo y de 28% en la captación de impuestos y derechos por la venta de productos petroleros, las grandes empresas evaden al fisco. La evasión alcanzará los 172 mil millones de pesos, particularmente por concepto de IVA y por los regímenes fiscales especiales calificados como "gastos fiscales". Así, empresas como Wal-Mart, Bimbo y Coca-Cola seguirán pagando entre 1% y 2.5% de impuestos sobre sus ganancias, a lo que se suman las millonarias devoluciones de impuestos a empresas de este tipo.

El Estado se ha debilitado en tanto los grupos de facto militan activamente en la política con candidatos propios en distintos partidos, lo que sería un signo positivo de no ser, como en el caso del duopolio de las televisoras, por el uso indebido de una concesión pública para denostar la política, los partidos y las instituciones públicas, intentando erigirse en "guía moral" de la sociedad.

La violencia y la inseguridad crecen. Delitos que habían sido controlados, como el secuestro, repuntan, en tanto la violencia ligada a la delincuencia organizada pone en riesgo a la democracia y supera las 12 mil ejecuciones en lo que va del sexenio, de las cuales 769 se registraron en junio, el mes más sangriento de los últimos años.

La militarización y la presencia de las fuerzas federales avanzan en el territorio nacional, sin frenar la violencia. El Ejército mexicano asume responsabilidades que competen a la autoridad civil, y lo mismo persigue dirigentes sociales en Guerrero que hace decomisos de piratería.

La derechización y las tentaciones autoritarias se profundizan. Tras la intención de "guanajuatizar" al país se encuentra no sólo la prohibición de besarse en lugares públicos, penalizar el aborto, perseguir a la diferencia, sino la búsqueda de una legitimidad fundada en el autoritarismo. De ahí la intención de dotar de atribuciones al Ejército en materia de seguridad pública, lo que viola la norma constitucional y restituye la intervención de las Fuerzas Armadas en los asuntos políticos del país, al otorgárseles facultades, por ejemplo, para restablecer el orden público.

La corrupción y la impunidad prevalecen como signo del régimen político. Además de los negocios al amparo del poder público, se soslayan y protegen actos arbitrarios de las viejas estructuras corporativas y cacicazgos priístas en diversos estados, y sucesos que agravian a la sociedad, como el incendio de la guardería en Hermosillo, donde no se deciden a fincar responsabilidades.

Esta situación presenta una disyuntiva en torno a los escenarios de desenlace de esta crisis: si al igual que a finales de los años 50 y especialmente en 1968, los reclamos democráticos se toparán con las puertas cerradas del autoritarismo, o si es posible avanzar hacia construir una salida democrática que conduzca al cambio de régimen político, en el que además de replantear el modelo económico se redefinan las reglas de la convivencia política, en el marco de una lucha contra la desigualdad. Escenarios que no modifican necesariamente con la nueva mayoría constituida por el PRI en la próxima Cámara de Diputados.

Las lecciones de la elección  

La elección del 5 de julio dejó tras de sí un sinnúmero de lecturas y lecciones no sólo para la izquierda sino para todo el espectro de las fuerzas políticas y para la sociedad.    

1. Como se esperaba, la elección registró un bajo índice de participación. Si bien la jornada electoral se desarrolló de manera regular, salvo incidentes muy graves en los estados de Guerrero antes y durante la jornada electoral y en el Estado de México, ésta representó un profundo cuestionamiento al régimen político, a los partidos y a la situación imperante en el país. 

El alto abstencionismo y el incremento significativo del número de votos nulos; es una llamada de atención que hay que entender como un cuestionamiento y un voto de castigo al sistema de partidos y a las instituciones electorales. 

2. La reforma electoral no cumplió con su objetivo central. Más allá de los obstáculos impuestos al régimen de coaliciones y a la participación de los candidatos independientes, así como del descrédito de las instituciones electorales, en particular del TRIFE por su recurrente intromisión en los asuntos internos de los partidos, fue incapaz de contener y regular el papel del dinero y la participación de los poderes fácticos.  

La reforma no sólo no reguló el papel activo de los medios de comunicación, sino que éstos la incrementaron, triangulando contratos, encubriendo propaganda como noticias, promoviendo candidatos y partidos afines, lo que pone en evidencia la necesidad de una reforma a los medios de comunicación como parte central de la agenda legislativa. 

3. El PAN sufrió un estrepitoso desplome en su posicionamiento político y electoral. Con excepción de Sonora, prácticamente perdió todas sus posiciones, registrando la mayor caída electoral de su historia, al pasar de 206 diputados en 2006 a 127 en 2009, perdiendo las gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, y las principales ciudades que gobernaba en el Estado de Jalisco, México, Morelos y otras  entidades. 

Esta derrota del PAN debe considerarse como un referéndum reprobatorio y una clara derrota de  Felipe Calderón, ya que incluso el propio PAN hizo de ésta una elección plebiscitaria al sustentar su campaña en el apoyo al "presidente en su lucha contra el crimen".

 

La derrota del PAN se acompaña de una recomposición de las relaciones de los poderes fácticos con los partidos de la derecha, y si bien los medios de comunicación se beneficiaron -pese a la reforma- con la canalización de mil 200 millones de pesos de propaganda oficial, éstos no fueron suficientes para evitar el corrimiento de los poderes fácticos, en especial de los medios de comunicación, hacia el PRI, ante la incapacidad e inoperancia del panísmo, que no les garantiza estabilidad en la conducción del país. 

5. Por su parte el PRI se ha reposicionado electoralmente y si bien capitalizó  la incapacidad del PAN, el descontento con la crisis y la ausencia de una izquierda opositora con una propuesta clara, su nuevo posicionamiento no obedece necesariamente a una mayor aceptación en el electorado. Por el contrario, ante la ausencia de los ciudadanos en las urnas, fueron las estructuras corporativas, los que se impusieron y llevaron a la conformación de una nueva mayoría en la Cámara de Diputados –absoluta por su alianza con el PVEM al sumar a los 233 diputados priístas los 22 del PVEM- bajo el control de los gobernadores priístas que impusieron la estructura del aparato partidario, sus estructuras corporativas y el peso del dinero y sus cacicazgos. 

Es la derecha con matices en un discurso que se presentará como del centro progresista, pero es a final de cuentas un lamentable vuelco al pasado. 

6. El PRD, obtuvo un fracaso electoral, al caer al 12 por ciento de la votación nacional. Ello representa una severa caída en la representación del PRD en la Cámara de Diputados, que pasará de 127  a sólo 72 diputados, en una legislatura  en la que continuará predominando la alianza entre el PAN y un priísmo desbordado. 

La caída es mayor al analizar el comportamiento  del voto perredista por estado, donde se registra una caída desproporcionada en su posicionamiento regional: en algunas entidades (Campeche) se cae hasta el sexto lugar de la votación, y al menos en siete entidades (Aguascalientes, Baja California, Colima, Chihuahua, Durango, Nuevo León y Sinaloa) cae al quinto lugar, al igual que en  Coahuila, Guanajuato Jalisco, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán, donde ocupa el cuarto lugar. Manteniendo sólo el primer lugar en 4 entidades (Baja California Sur, Distrito Federal, Michoacán y Zacatecas), lo que significa que estados gobernados por el PRD caen a la segunda posición (Chiapas y Guerrero) junto con Nayarit y Tabasco. 

Sin embargo estos no son los datos más desalentadores, pues el colapso en las elecciones municipales, hacen que al amanecer del 6 de julio, el PRD había dejado de gobernar a cerca de ocho millones de mexicanos, lo que cierra un año lamentable para la plataforma política que representan para la izquierda los gobiernos municipales que encabeza, ya que de julio de 2008 a julio de 2009 el PRD pasó de gobernar 409 municipios a 346, y de gobernar 25 millones 400 mil mexicanos a 17 millones 855 mil. (Ver cuadros anexos)

 
Ante estos resultados, la izquierda y en particular el PRD, requieren revisar con serenidad sus resultados y hacer un análisis de fondo en torno al largo proceso de distanciamiento, no solamente del partido respecto a sus militantes, sino de su electorado. Es preciso reconocer que más allá de la falta de unidad interna y del desenlace de la cuestionada elección interna, fracasó la línea política y la estrategia electoral impulsada durante la campaña. Se careció de una propuesta clara y el discurso del partido no impuso agenda, fue ambiguo y eludió la diferenciación con los otros partidos, e incluso la propia campaña en los medios lejos de promover la propuesta partidaria y a los candidatos se desperdició en la promoción personal.
 

 

CONTINÚA....

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